El “Branded Content” o “Marketing de contenidos” es tan antiguo como el propio periodismo y, a lo largo de su larga historia, ha evolucionado en paralelo con este, aprovechando toda la potencialidad que la tecnología de la información ha puesto a su alcance.
Se suele considerar que el periodismo nace en el año 130 a.C., asociado al desarrollo del primer medio de información pública del que tenemos constancia: el Acta Diurna (diario o archivo de Roma). Aquel primer “periódico gratuito”, en un principio tallado en piedra o metal y posteriormente inscrito sobre tablillas, se publicaba en el Foro, centro neurálgico de la ciudad, para que todo el que supiera leer tuviera acceso a las noticias de interés general.
Estos avisos mantenían a los habitantes de Roma al día de los acontecimientos y recogían tanto información oficial de las instituciones de Roma, como asuntos económicos, de entretenimiento, acontecimientos y noticias de sociedad (prensa del corazón) e incluso lecturas astrológicas (el horóscopo).
Desde el Acta Diurna, pasando por el Acta Senatus, hasta llegar al Acta Diurna Populi Romani, los temas tratados se fueron adaptando, por una parte al interés del público, pero por otra también a los intereses particulares de sus gobernantes y clases dominantes.
De la labor de los diurnarii, que era el nombre que recibían los profesionales encargados de elaborar la información (periodistas), dependía, en gran medida, el reconocimiento social, la aprobación y la admiración del los Ciudadanos de Roma.
Pero además existía un alto componente sociológico, podríamos decir que la información que ofrecía el Acta Diurna establecía el ser o no ser en Roma, y de esto dependía en gran medida la permanencia o mejora en una posición social de privilegio. Por último, los comerciantes encontraron en este medio de información, un espacio idóneo para dar a conocer sus productos, crear tendencias de consumo y hacer negocios.
Es así como aparece, en primer término la censura, la publicidad y los remitidos, es decir, cualquier medio que permitiera canalizar la información oficial hacia intereses particulares. Y en segundo lugar, soportes de información privados, paralelos al medio oficial. De esta forma, a la figura de los praecones, funcionarios que recorrían la ciudad pregonando las noticias, para poder llegar a los (“followers”) menos duchos en la lectura, se le unieron los strilloni (“influencers”), pregoneros independientes que se ofrecían a cualquier interesado para, a voz en grito, hacer publicidad de sus asuntos públicos, sociales o económicos. Y como una cosa lleva a la otra, apareció la figura de los subrostani que, a modo de agencias, vendían noticias que decían conocer u ofrecían información por encargo de terceros interesados.
De esta forma podemos suponer que es también en este momento, cuando aparece la publicidad ilícita. Del “cuenta que la batalla ha sido una proeza, pero que parezca que yo no te lo he dicho” al “difunde este rumor, pero no te puedo revelar la fuente”, solo hay un paso, el que lleva de la publicidad encubierta a la desleal.
Jaime Ávila Rodríguez de Mier
Director General de Recursos de Mercado
Publicado en la revista: